Los últimos rayos de luz daban paso a la noche.
Encontrar una pensión era nuestra misión antes de empezar a disfrutar de las sidrerías.
Tras tocar el timbre una voz con un acento familiar nos saludó para darnos paso a la recepción, un lugar pequeño con un simple mostrador, una libreta, un boli y un teléfono público.
- Hola, adelante.
-Hola
-Que sois gallegos?
-Si de Ferrol.
- Pero de donde?
-De ferrol.
- Si, pero de que calle?
-Yo de Santa Marina.
-Yo de Pazos.
-Yo soy de la calle de la Tierra.
-Menuda casualidad.
- Que haceis aquí en vez de estar viendo las procesiones?
-Venimos a la nieve.
-Manda carallo, con las ganas que tengo yo de poder volver por allí a ver las procesiones.
Así comenzamos a charlar y conocimos un poquito más la vida de Manu que con mucha morriña regenta una pensión en Mieres.
- Con el ambiente que hay allí estos días, y vosotros por aquí.
El último día no tuvimos la oportunidad de despedirnos en persona, seguramente sigue sin llegar a entendernos.
No pude enseñarle esta foto y explicarle que no era la nieve sino la sensación de libertad lo que veníamos buscando y que nos sentimos más libres entre el silencio de la montaña que entre procesiones.
La tabla de Darryl
Hace 1 mes
2 comentarios:
Ay la morriña, es algo tan nuestro.......
La sensación de libertad se tiene en las montañas, pero en una estación de esquí, me da que no!!
Cada vez más, mis amigos montañeros y los del snow, se alejan más de las estaciones.
Alguno, ya sólo viaja a las montañas a pasear, con raquetas, crampones o botas de treking.....
Esos mastines, que bien viven......
Esos son homes!!!!
Yo llego rebentao así, imaginate si subo con raquetas!!!
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