13 de octubre de 2014

En Fuerte también hay derechiñas en las que no se culebrea.


Cuando uno viaja en busca de olas se imagina la ola perfecta mientras prepara las tablas, las maletas y sueña con ponerse malo en olas increibles.

La realidad es que eso sucede si te quedas en casa. Es donde más olas vas a coger y donde te vas a poner más morado. Conoces el tramo de costa que te rodea a la perfección y tienes dominados los puntos de marea de cada sitio, todo está a tu favor y pronto estarás hasta la patilla de olas.

Cuando sales fuera, tienes que buscarte la vida, si consigues echarte todos y cada uno de los días del viaje puedes darte con un canto en los dientes.

En esta segunda escapada a Fuerteventura no he cogido olas mágicas. Recuerdo mi primera vez con un Lobos épico, esta vez Lobos no ha funcionado y eso influye mucho.

Por otra parte, en esta escapada he conocido mucho mejor los picos del norte de la isla. En una semana he podido surfear a diario y cada día en un pico diferente.

Surfear cada día una ola distinta, con un fondo nuevo, con variedad de tamaños y sobretodo con zonas para entrar y salir del agua distintas me ha gustado mucho.

De entre todas las olas surfeadas, hubo una en la que me divertí un montón a pesar de ser la más pequeña de todas.

Una derecha  muy corta, muy caprichosa con el punto de marea, muy pequeña y al mismo tiempo preciosa.

Foto: Lanzarote al fondo.
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A pesar de su pequeño tamaño la ola tiene fuerza, empuja y te deja hacer maniobras incluso con cuarto de metro.

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Una de esas olas que coge la laja y rompe siempre por el mismo sitio, con precisión matemática y que te deja recrearte.

Además de todas las cualidades de la ola me gustó muchísimo la forma de disfrutarla de los locales. Rompe siempre en el mismo sitio pero la preferencia no la tiene el que está más metido en el pico, aquí los culebreos no sirven de nada. La preferencia la tiene siempre el que más tiempo lleva esperando por una ola con independecia de donde este colocado.
Pillas la ola, vuelves al pico, coges turno, esperas y cuando te toque surfeas.

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Casualmente la ola salía delante de donde dormía, simplemente era mirar por la ventana y allí estaba. Pequeña, bonita y perfecta de viento. Antes de entrar al agua la bauticé como "la derechiña".

 Una vez dentro los locales me comentaron que un chico de Vigo se había enganchado a esta ola durante su estancia en la isla. A este vigués le encantaba la ola y si  funcionaba nunca faltaba a la cita. Tanto la frecuentaba que durante una buena temporada los locales de la isla llamaban a esta ola por el nombre del vigués. A día de hoy todavía quedan locales que siguen llamando a la ola "la derecha de Jamardo".

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3 comentarios:

Anónimo dijo...

Jamardo, un mítico del pico de Patos y alrededores.
Apertas

Anónimo dijo...

Por cierto, esa manera de pillar las olas es la que predomina en las Mentawai. Y si remas y no la pillas pierdes el turno (puedes dejarla pasar con antelación).
Apertas
funkymonk

Néstor dijo...

Una pena que Mentawai me quede un poco lejos, porque el tema de los turnos me gusta mucho.

Saludos y gracias por las aportaciones.