Era una mañana épica. Mike entró al agua. A los pocos minutos tras una caída y un buen revolcón se quedó sin una de las quillas de la tabla.
Resignado tuvo que volver a la orilla, donde buscó y rebuscó tratando de encontrarla.
Mike deambulaba con instinto mariscador por la orilla, la zona del canal y la corriente, buscando la quilla sin parar. De vez en cuando levantaba la mirada para ver las olas que estaban rompiendo y decia aquello de "además era nueva".
Estoy seguro de que estaba más nervisoso por las olas que se estaba perdiendo que por el valor económico de la quilla. El tiempo seguía pasando y finalmente Mike desistió.
Subió al aparcamiento, allí nadie tenía una quilla compatible para él y tuvo que quitarse el traje e irse a su casa, dejando atrás unas olas preciosas. El mar le había ganado la batalla aquella mañana.
Al llegar a casa lo primero que hizo fue coger otro juego de quillas, volver a subirse al coche y presentarse de nuevo en la playa con toda la tarde por delante.

Estoy deseando que Mike vuelva a perder una quilla. Nos pusimos malos durante el tiempo que no estuvo en el agua y a su regreso nos regaló un verdadero recital de carving y rabia contenida.

Aquella tarde estoy seguro de que Mike salió del agua pensando que le había devueto la moneda al mar.

La realidad fue bien distinta.

El mar le volvió a dar a Mike aquella tarde otra lección, "el que la sigue la consigue".

Fotografías realizadas por Cristina Montero.

1 comentario:
Unas fotos preciosas el surfero todo un profesional
Publicar un comentario