Era un simple corcho, un Jack London, demasiado pequeño, muy blando, sin fibra y bastante gastado.

En aquella época me había comprado otro bodyboard nuevo, un flamante Génesis, de adulto, con fibra de color verde fosforito y unos canales bien marcados. Desde ese momento el Jack London perdió todo su valor y pasó a estar tirado en la bodega.
Me pareció buena idea regalarle aquel corcho viejo a un amigo que hacía pesca submarina, el lo usaba como baliza flotante y al no tener fibra podía clavar sobre él muchos aparejos.
Con el paso del tiempo me di cuenta de que aquella había sido mi primera tabla y que se merecía un reconocimiento, un altar.

Sin duda había cometido un error. Tras varios años de pesca submarina y miles de pinchazos, arponazós, ganchos colgados.....recuperar aquel bodyboard no fue posible.

Por suerte, las nuevas tecnologías a través de Wallapop me han permitido por 10 €, enmendar en parte aquel error cometido, localizando en Gijón un Jack London idéntico y mucho mejor conservado.
Sé que no es el mio, pero se merece un lugar destacado en el salón.

Todavía conservo las míticas aletas Manta Blade y la funda cosida a mano por mi abuela.

Antes de colgarlo en el salón voy a darle un buen baño de nordeste y orilleras. Por lo de pronto...ya está en el maletero.

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