El viaje llegaba a su fin y tocaba regresar a casa.
La primera parada de vuelta fue Biarritz, el paseo por esta ciudad que vive de cara al mar es obligado.
Cansados de callejear llegamos a la playa urbana de Côte des Basques, la marea estaba muy alta, no había olas ni tampoco nadie en el agua.
La marea empezó a bajar y antes de que las olas empezasen a romper varios surfistas entraron al agua, aproximadamente unos 20 o 30.
En pocos minutos había unos 50 surfistas en el agua y todavía no había roto ninguna ola surfeable, simplemente parecía que estaban cogiendo sitio para cuando bajase la marea.
En el momento en el que rompió la primera ola ya había unos 70 surfistas en el agua y en ese momento empezaron a aparecer surfistas por todas las esquinas.
Unos en moto, otros bajaban andando las escaleras que dan a la playa, otros venían caminando ya vestidos como si saliesen de casa directamente y poco a poco la playa se fue llenando.
Había pasado aproximadamente una hora desde que habíamos visto la playa vacía.
En esos 60 minutos llegaron cientos de surfistas. Tantos, que no sabría decir el número.
Decidí quedarme en tierra, volver a callejear, pedir un crepe con nutella y darle un par de vueltas a la cabeza. ¿Llegará la masificación a mi pueblo?, ¿cómo, en qué medida? y sobretodo ¿cuándo?.