Senegal. De camino al norte

Abandonamos Dakkar en dirección a Saint Louis, antigua capital senegalesa situada en el norte del país. 

El viaje en coche fue muy diferente a todos lo que había realizado antes.



No podía parar de mirar por las ventanillas a un lado y a otro de la carretera.

 

Tenía la sensación de que si pestañeaba me perdería algo...y así era.

Estas son algunas de las visiones desde dentro del coche.

 

 

 

 

 

De entre todas, me quedo con ella. Con la belleza y la fuerza de la mujer africana.

Senegal. La llamada de Alá.

 

Cuando realizamos la visita a la mezquita comenzamos a entenderlo todo.

 

Escuchamos su llamada.

 

El propósito principal de la mezquita es servir de lugar donde los musulmanes puedan reunirse y allí fue donde nos encontramos.

 

 Pablo disfrutando de una ola con una forma bonitísima.

Remi, se pilló las mejores.

Surfear en bañata, ¡qué placer!.

Mikeldi, siempre echando una mano.

David recitó de lo lindo con su longboard en una ola muy técnica. Muy top.

Mikeldi no fue capaz de aguantarse el hambre que tenía. Le pidió al camarero una ración de erizos pero le sentaron mal.

Rápidamente los locales le devolvieron todas las manos que había echado con anterioridad.

Pablo, contento tras el baño con su amigo El Peli.

 

Remi acertó con la táctica. No cogió muchas olas, dejó pasar varias para surfear sólo  las que estaba perfectamente colocado.

A esa sonrisa se le llama surf.

Pablo con el primer grupo de iniciación.

 

Cuando te encuentras con surfistas verdaderos y puros debes aprenderlo todo de ellos, hacer autocrítica e intentar no desviarte del buen camino.

 

Senegal. La isla de Gorée.

 Separada por mar unos 3km de Dakar se encuentra la isla de Gorée.

 

Es una isla muy turística. Sus reducidas dimensiones permiten recorrerla fácilmente caminando. 

No hay coches, ni motos, la tranquilidad reina en la isla, únicamente interrumpida por el trasiego de turistas, el sonido del mar y la llegada de algún barco al pequeño embarcadero.

Embarcadero. Foto: Remi Berthet.

Sus pequeñas callejuelas están repletas de artistas exhibiendo sus obras.

 

Fotografía realizada por Remi Berthet.


Los lugareños disfrutan de la tranquilidad que ofrece la isla.

La visita a la isla de Gorée era una de las paradas obligadas en nuestra ruta de viaje. Desgraciadamente el motivo de la visita no eran sus playas, sus artistas, ni su actual tranquilidad.

En su pasado la isla de Gorée fue el principal almacén de esclavos africanos antes de ser vendidos y partir rumbo a Estados Unidos, Caribe o Brasil.

 

El lugar donde eran retenidos los esclavos, la casa de los esclavos, construida en 1776 se conserva en la actualidad convertida en museo.

Fotogradía realizada por Mikeldi.

En su interior los esclavos eran repartidos en celdas (hombres, mujeres, mujeres jóvenes y niños), separándose para ser vendidos y trasladados a diferentes lugares de América en el mejor de los casos. Repito, en el mejor de los casos.

Juan señalando América. Fotografía Mikeldi.



Desde aquí dar las gracias a Juan, nuestro guía, nos explicó con detalle cada una de las esquinas de la isla, hizo la visita lo más amena y agradable posible. Resaltando siempre lo bonitísimas que son en la actualidad sus calles, sus vistas, sus playas y sus gentes.

Creo que su intención como guía era evitar emocionarse durante la visita. Al igual que nosotros, no lo consiguió.

 Jërëjëf Juan. Fotografía Remi Berthet.
 

Senegal. Lamín y el níspero.

Coger un taxi en Senegal debe de ser una de las cosas más sencillas para un turista blanco.

Cuando vas paseando por la calle todos los taxis te pitan por si necesitas su servicio.

 

La mayoría de ellos están tuneados y bastante levantados para poder circular lo mejor posible por caminos de tierra o arena.



Si le falta un intermitente, una puerta, los cristales o algún asiento no te preocupes. Conseguir recambios es costoso y tampoco es tarea fácil dado que la mayoría de los modelos de coche de los taxistas ya no se fabrican en la actualidad.



En cada viaje estarás en manos del conductor, por lo tanto no te fijes en la estética exterior del taxi para elegirlo. Lo más importante es el taxista. Vas a tener que regatear y negociar cada trayecto, entenderte con él. Que te transmita confianza es realmente lo importante.

Foto: Remi Berthet.


En todos los viajes se coincide con alguien especial totalmente inesperado. En este viaje esa persona fue Lamín, el taxista, con su Renault 21 Nevada.

Su pasado de deportista se reflejaba perfectamente en su físico. Antiguo luchador senegalés, era un tipo corpulento con mirada de buena persona y unos brazos duros como piedras.

La negociación con Lamín no empezó del todo bien. Finalmente y de forma inesperada Lamín aceptó llevarnos a los cinco, permitiendo que uno de nosotros viajase en el maletero para no tener que dividirnos en dos taxis.

Foto: David.


En ese momento llegamos a un acuerdo para ir hasta la punta más occidental de África, donde esperaríamos la entrada de una marejadilla.

Fotografía realizada por Mikeldi.


Las primeras empezaban a romper.



Surfear en zapatillas no es demasiado cómodo, pero cuando no hay nadie en el agua, no conoces el sitio y tienes que tantear el terreno es mejor prevenir que lamentar.



Tocar el fondo se pagaba caro.



Remi, llegando al pico.



Un lugar realmente bonito. Fotografía realizada por Remi Berthet.

Aunque no daba nísperos, el árbol nos protegía del sol. La zona de sombra haría la función de dormitorio, enfermería, comedor y lugar de tertulia.

La enfermería. Fotografía realizada por Mikeldi.
 

Un descanso. Fotografía realizada por Remi Berthet.


Mientras tanto la marejadilla iba entrando.



El pico.


El mar provoca grandes cambios de humor en un surfista. Lamín pudo comporbarlo, sobretodo en esos momentos que nos creíamos capaces de derrotar a un profesional de la lucha senegalesa.