Aquel día me levanté, miré las previsiones y todo parecía coincidir, el viento el mar, todo. Un par de llamadas y todos confiaron ciegamente y se apuntaron sin dudarlo. Uno por uno los fuí recogiendo en sus casas y de camino al punto de destino los nervios iban aflorando, el punto de marea bueno era a la hora de comer pero con los nervios ninguno llevabamos comida, lo importante era ver si rompía aquella ola.
Cuando llegamos todo esta tranquilo y solitario por la zona, caminamos por el monte hasta que un claro nos dejó ver el pico...al coche y al agua.
Nos sirvió con pillar la primera ola para saber que íbamos a disfrutar de un día grande.
Cuando salimos del agua sobraron palabras, un buén apretón de manos y algún día la naturaleza nos dejará repetir. Un saludo para ellos que saben de sobra quienes son.

2 comentarios:
Bonito relato de lo que fue un gran día, ¡sí señor!
Recuerdo ese apretón de manos. Conservo recuerdos para surfear "mentalmente" por lo menos durante una semana y en buena compañía. Algún día esto se volverá a repetir, da igual que sea a la hora de comer... Un saludo Machado.
que bueno. esos días son los que valen para siempre.
que sean muchos más!
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